ABEL NIETO CAMPOS (1940-2023)

    Maestro y escritor
    Nace el 11 de mayo de 1940 en Villahermosa. Hijo de José Antonio Nieto Cano y María Campos Serrano. Pronto abandona Villahermosa para inicir sus estudios eclesiásticos en el seminario donde estuvo desde los 11 años hasta los 18. Estudia la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia entre los años 1962-1967. Dedicado a la docencia, ejerce magisterio durante cinco años en Requena, también en Bailén, Alcázar de San Juan y obtiene plaza por oposición en la ciudad de Úbeda y desde ahí se traslada a Murcia al instituto Floridablanca donde ejerce como catedrático. Es en esta ciudad donde se instala definitivamente. Se casó con Carmen Bayos natural de Valencia y tuvieron una hija llamada Raquel.
    Tiene publicados en diversos medios escritos y digitales unos seis libros de poesía y un estudio llamado “palabros y palabras” sobre la forma de hablar de Villahermosa. Su principal obra es el ensayo sobre los recuerdos de su infancia, libro de 470 páginas ilustradas donde desgrana toda una época, sus costumbres, recuerdos, oficios, fiestas, lenguaje etc.

    LIBROS:
    Recuerdos y vivencias: Villahermosa (años cuarenta)..Ciudad Real, A. Nieto, 2003

MI INFANCIA
Cuando yo nací, aunque era Mayo
en mi pueblo se criaban pocas flores,
el mundo aún no estaba desquiciado,
y en las vegas aún había ruiseñores.
Yo era un muchacho como todos,
algo rubiales y también travieso,
dentro de la casa me sentía preso,
y era la calle para mí, mi territorio.
Mis ojos son pardos cual la tierra parda,
y corrí por los bancos de la escuela
ajado y roto polvoriento y sucio,
siendo yo el tesoro de mi madre,
y el ojito derecho de mi abuelo.
El rector de la estúpida oficina
nos calentaba a correazos el trasero,
si la lección no entraba en la memoria,
y en mi casa era medido con igual rasero,
si no aprendía las cuentas o la historia.
Jugábamos al fútbol por pasar el rato;
y en lugar de botas teníamos alpargatas
y la pelota no era cuero sino trapo.
Cuántas veces mi madre me decía:
hijo mío, tienes que ir a este recado.
Y yo, lloroso, compungido y sudoroso,
hoy le toca ir a mi hermana, respondía,
para lo mismo responder mañana.
Mi rostro era entonces como cera virgen
y guapo, según el vecindario,
mas ahora que pasando van los años,
le tengo gran horror al calendario;
por las huellas que deja y por los daños
que produce en la cara de mi infancia hermosa.
Nací en pobres pañales, en La Mancha,
mi madre meció mi blanca cuna,
más tarde de los árboles la copa
visité, rompiéndome las carnes y la ropa,
recibiendo palizas, más de una.
Más que mares, barbechos y rastrojos
fue lo único que pudieron ver mis ojos.
Me enamoré a los ocho años de una niña
de largas y desgarbadas piernas, y sufrí,
¡ cómo sufrí !, pensando siempre en ella.
Pero tuve suerte y creo que conseguí
que me mirase alguna vez y sonriera.
¡Y tenía trenzas la hermosa novia mía !
y digo novia, aunque ella quizá no lo sabía.
¡Ay Señor, malo es el mal de amores
pues nos trae muchas penas y dolores !.
Y si hablamos ahora de mi envase,
cual si de vino añejo se tratara,
comprobaremos que ya no soy quien era,
cuando a los 20 años era un poco calavera,
que con poemas enamoraba a las criadas.
Así, con mi buena planta y mis poesías
a unas amaba y a otras entretenía.
Y eran mi amor, y mi refugio eran,
porque alejado de mis lares, padecía
añoranzas, deficiencias y escaseces,
y ellas eran el refugio que tenía.
Siendo niño me enviaron a estudiar
lejos de mi pueblo, muy lejos de mi casa,
y lloraba de nostalgia por las noches,
a la edad de doce o trece añitos
en un centro de fuerte disciplina.
Echaba de menos vagar cual golondrina,
corriendo por las calles de mi pueblo,
que aunque nunca hayan sido bulevares,
llenas de baches y de piedras como estaban,
me gustaban, porque eran aptas para el juego.
Fui huérfano de padre desde muy temprano,
y esto quizá marcó los pasos de mi vida,
y dejó en mi pecho una honda herida,
que de mayor aún no ha curado.
Luego encontré una mujer amiga
que mitigó con su afecto mi quebranto,
que con su amor ha curado mis heridas
y ha hecho realidad los sueños que amé tanto.
Abel Nieto

TATUAJE “ poema en pareados”
Te llevo, amada mía, tatuada en el pecho
y tu amor lo llevo tatuado más adentro.
Amada mía, eres fuego en mis labios,
luz y color en mis ojos, ya cansados,
un sol que me presta fuerzas y energía,
e inunda mi pecho de paz y de alegría.
Eres, amada mía, aliento que me quema,
un sueño hermoso, belleza suma y dulzura plena,
un bello sueño que se convierte en realidad,
brisa marina, de fresca y continua suavidad.
Tienes enajenados todos mis pensamientos,
que hacen brotar en mí hermosos sentimientos,
eres carne que palpita entre mis manos,
la belleza y el placer más sublime que soñamos
todos aquellos que buscamos el amor,
y, encontrado, lo cuidamos con primor.
El amor da sentido a nuestras vidas,
por eso, si se pierde, nos abre más heridas.
¡ Oh amada, oh diosa, oh reina mía!,
es tu voz para mí como una melodía.
Tatuado tengo el pecho con tu nombre
y desde que me amas soy más hombre,
o quizá es que me quema la pasión
porque tengo tatuado el corazón.
¡ Oh amada mía, eres dulce, eres hermosa,
eres fuente de placer, eres mi diosa,
mi refugio, mi alfa y también mi omega,
pues quien escribe estos versos, aquí te entrega
su poquedad, sus sueños, sus quimeras
y te amará eternamente, aunque no quieras
amarme tú. Y esta noche, aquí en mi cama,
estoy triste, estás lejos y mi corazón te llama.

EL BESO
Tus ojos en mis ojos,
tus manos en mis manos,
tu corazón y el mío
así lo han deseado.
Tus pupilas me ciegan
y cierro las mías
y aquí dentro del alma
siento dulce agonía.
Despacio como un rito
mi boca con la tuya,
tus labios con los míos
se acercan y se buscan,
se encuentran y se unen,
y así como en un sueño
las almas se confunden.
Y pasan los momentos
como si el mundo anclado se quedase,
como si ya nada importase,
mientras hemos quedado
aspirando el mismo aliento.
Un suspiro, un quejido...
un lamento callado y ruboroso,
de placer, de dicha, de embeleso,
apenas en el aire has iniciado,
y mis labios antes temerosos
te dominan ahora y te torturan;
mas esta suavidad, esta fiereza,
es tan dulce, tan fuerte, es todo eso
que te colma de placer y de dulzura,
que te da laxitud, dulce abandono,
y acaricias mi beso con tu beso.
No se puede explicar
lo que entonces vivimos,
sólo hay que sentir…..
No preguntes que es eso,
es la dicha, es el cielo, es el beso.
Abel Nieto